23/9/09

SEBASTIAN PIÑERA EN CALDERA




ARENA SANTIAGO - RESUMEN PROCLAMACION






“El servicio público es una tarea sacrificada, pero noble y fecunda”, es la frase que repitieron mil veces mis padres para inculcarnos a mis hermanos y a mí la vocación de trabajar por Chile y a la que recurro cada vez que pienso en el futuro y en la enorme misión que tengo por delante: construir el país que millones de hombres, mujeres y niños sueñan.
Ese el motor que me impulsa hoy como candidato y el que ha guiado toda mi vida política.
Hoy estoy dedicado en cuerpo y alma a servir a mi país desde lo público. Estoy convencido de que podemos hacer grandes aportes, porque Chile puede más. Mi candidatura es una invitación a cambiar el futuro y a llenarse de esperanza, a vivir en un país donde cada habitante encuentre un espacio. Por eso creé la iniciativa “Chile con Todos”, movimiento que tuvo como objetivo central generar una instancia de diálogo que nos permitiera discutir y proponer abiertamente proyectos e ideas y pensar cómo transformar el “alma” de Chile en una más abierta, más creativa, más luminosa, más justa, más solidaria, más humana, más entretenida, en síntesis, más feliz. El año 2005 conocí la derrota, tras perder la elección presidencial en segunda vuelta, pero lejos de desmotivarme, esa experiencia me permitió volver con más ganas y con más fuerza. No puedo olvidar todas las esperanzas que depositaron en mi, esas miradas que sólo pedían una oportunidad, esas conversaciones francas y directas con miles de ciudadanos a lo largo de Chile y lo maravilloso que fue conocer los problemas y sueños de millones de chilenos. Hoy siento la responsabilidad de cumplirlos, pero no puedo hacerlo solo. Por eso los invito a conocerme y a trabajar conmigo para darle una nueva cara a nuestra Nación.

En Huilliche, Tantauco significa “lugar donde se juntan las aguas”. Y el objetivo de este grupo es precisamente juntar todas las ideas, sueños y proyectos de cientos de profesionales –hombres, mujeres, jóvenes, de Santiago y de regiones- en un solo lugar para ser aplicado a partir de marzo de 2010.



Soy el tercer hijo de José Piñera Carvallo y Magdalena Echenique Rozas y llegué al mundo el 1 de diciembre de 1949. Crecí en un hogar sencillo, donde mi madre, como tantas dueñas de casa en este país, zurcía calcetines y cuidaba abnegadamente de sus hijos y de mi padre, quien fue empleado público toda su vida. Ambos se sacrificaron y pusieron todos sus esfuerzos en darnos una buena educación y muchas oportunidades, y gracias a ello he tenido grandes éxitos en el mundo empresarial y he logrado formar una sólida posición económica.
En 1950 partimos a vivir a Estados Unidos por cuatro años, porque mi padre entró a trabajar a la recién creada Corporación de Fomento (CORFO), que por entonces abría su primera oficina fuera del país.
A mi regreso a Chile, entré al colegio de los padres del Verbo Divino donde estuve entre los años 1955 y 1964. A ellos- junto al excelente cuerpo de profesores que los acompañaba- les debo una sólida formación académica y la entrega de valores invaluables como la solidaridad, la justicia y la libertad.
En 1965 partimos toda la familia a Bruselas, Bélgica, debido a que mi padre fue designado embajador. Ahí estudié en el colegio Saint Boniface.
En 1968, cuando en París los jóvenes vociferaban “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, “Prohibido prohibir” y “la imaginación al poder” ingresé a la Facultad de Economía de la Universidad Católica de Chile.
Allí se abrió frente a mis ojos todo un mundo nuevo: tomé conciencia que la economía, esa ciencia que busca maximizar los siempre escasos recursos frente a las múltiples necesidades, era una gran herramienta para transformar a mi país en uno más próspero y justo. Estudié mucho. Tanto que al terminar la carrera recibí- con gran orgullo- el Premio Raúl Iver al mejor alumno de la generación.
Sin embargo, sentí la necesidad de profundizar mis estudios de manera de poder hacer un aporte más amplio y sólido a la construcción de un Chile mejor. Recién casado con mi señora (Cecilia Morel Montes) en 1973 (pocos meses antes del Golpe Militar) partí a estudiar un Master y luego un Doctorado en Economía en la Universidad de Harvard en Boston, Estados Unidos.
Mi Vida Profesional »
Volvimos a Chile en 1976, con mi señora y Magdalena, mi hija mayor, que nació en medio de libros, cuadernos y muchísimo estudio y sacrificio. De inmediato comencé a trabajar en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en un proyecto apasionante sobre pobreza en América Latina. A la vez, tuve la gran oportunidad de mantenerme en contacto con el estimulante mundo de la educación y los jóvenes. Por muchos años (1971-1990) fui profesor de Economía en la Universidad Católica y también durante algunos años en la Universidad de Chile y Adolfo Ibáñez.
En la década de los ochenta, cuando Chile se enfrentaba a una crisis económica que afectó a millones de chilenos, ingresé al mundo de la empresa. Mi afán era poner mis conocimientos, mi esfuerzo y capacidad emprendedora en crear empresas que generaran empleo y crecimiento. Recuerdo con especial afecto a Bancard S.A., que trajo por primera vez (cuando nadie sabía ni siquiera lo que eran) las tarjetas de créditos Visa y MasterCard. También participé como socio en Fincard S.A., CMB S.A., Inmobiliaria Aconcagua y Las Américas S.A., Apple Chile S.A. y Editorial Los Andes S.A., entre otras empresas.
Vocación Política »
Cuando me desvelo recuerdo que no estamos en esta tierra sólo para alcanzar beneficios personales. Y a pesar de sentirme realizado profesionalmente, sentía que algo me faltaba, que quería trabajar más activamente por mi país, y que debía poner en marcha la vocación de servicio público que tan sabiamente me inculcaron mis padres.
Luego del Plebiscito de 1988, en que los chilenos recuperamos pacífica y valientemente la democracia con nuestro voto NO, se me presentó un nuevo horizonte: el de la política. Tras una campaña fascinante donde tuve el privilegio de acercarme a la gente, de conocer de cerca sus necesidades y también sus sueños, en 1989 fui elegido senador por Santiago Oriente. Tenía 40 años, cuatro hijos (Magdalena, Cecilia, Sebastián y Cristóbal) y un inmenso entusiasmo de trabajar por el éxito de la democracia que habíamos reconquistado.
Como senador, fui parte de la Comisión de Hacienda, estudiando las leyes de Presupuesto de la Nación enviado por el Ejecutivo y en proyectos de mejoramiento de las condiciones de vida de los chilenos a través de la discusión y tramitación de diversos proyectos sociales, además de la Reformas Tributaria y Laboral; en la Comisión de Salud en el proyecto de reproducción asistida; en la Comisión de Constitución en varias iniciativas en torno a la democratización de la Constitución así como en los de la Comisión de Derechos Humanos. Puedo contarles con mucha satisfacción que en esa trinchera desde siempre tuve una postura abiertamente condenatoria a la violación a los Derechos Humanos.
En fin, fueron ocho fecundos años en que desde el Parlamento pudimos estudiar, desmenuzar, intercambiar ideas, debatir y, finalmente, aprobar muchas leyes que me llevaron, junto al senador Andrés Zaldívar, a ser electos por nuestros pares como los dos mejores (¡y más trabajadores!) senadores del período 1990-1998.
En 1999 fui proclamado precandidato presidencial de mi partido, Renovación Nacional. Tras casi cuatro meses en campaña, me di cuenta que era mejor esperar, que era el tiempo de Joaquín Lavín y depuse mi candidatura a su favor.
Entonces me incorporé a su comando y trabajé ardua y lealmente por su opción presidencial. Años más tarde (2001) fui electo presidente de Renovación Nacional cargo en el cual estuve hasta marzo del 2004.
El 2005, tras el Consejo Nacional de Renovación Nacional del 14 de mayo, que me eligió por una amplísima mayoría como su candidato a la Presidencia, me empeñé en convocar con todas mis fuerzas a todos las chilenas y chilenos de buena voluntad a sumarse a un gran sueño: hacer de Chile un país libre, grande y justo.
Compromiso con Chile »
Hoy, nuevamente como candidato, quiero reiterarles mi compromiso con Chile e invitarlos a creer en el cambio y en el futuro, a no perder la esperanza y a hacerme parte de sus sueños y aspiraciones, esas que me han contado en las miles de cartas y mensajes que he recibido a través de la iniciativa “Cuéntame el Chile que quieres”, y en otros medios. Jóvenes y los no tanto, hombres y mujeres, de Santiago y de regiones, todos trabajemos para que nuestros niños tengan más oportunidades y logren ser artífices de su propio destino.